miércoles, 14 de diciembre de 2016

La rebelión de las cholitas

Cholo es un término usado en algunos países de América Latina para referirse a los pobladores mestizos. En Bolivia a las mujeres mestizas o indígenas que visten de una forma típica se les ha llamado siempre cholitas. Normalmente van con dos largas trenzas negras (muchas presumen de no haberse cortado el pelo jamás), zapato plano, una pollera, que es la falda típica del país y un sombrero de copa redonda parecido a un bombín, a veces tipo borsalino, que siempre da la sensación de que les queda pequeño. El atuendo se complementa con algo en los hombros, en el altiplano una especie de manta de lana que recuerda al mantón de Manila y en el resto del país un gran pañuelo multicolor, dentro del cual enrollan a su bebé para colgárselo a la espalda o llevan mercancía para vender.




Algunos estudiosos aseguran que la palabra chola está tomada del español y deriva del término chula, que se utilizaría para señalar a la mujer indígena o mestiza que procedente del campo, se marchaba a la ciudad para abrirse camino sin renunciar a sus orígenes campesinos y luciendo sus características rurales con orgullo. Aunque tampoco es descartable que la palabra proceda del vocablo peruano cholo con el significado de joven.

Según ellas mismas, el término en boca de algunos se ha utilizado en su momento con matices un tanto despectivos, sin embargo, su papel y su presencia en la sociedad se ha ido transformando y hoy la cholita se va instalando con fuerza a todos los niveles en la sociedad boliviana. Hasta no hace mucho tiempo, a estas mujeres indígenas que llegaban a la ciudad con esta indumentaria hablando aimara o quechua, se les consideraba de rango inferior y se les podía negar la entrada a ciertos locales, restaurantes, taxis e incluso algunos autobuses públicos.

El empujón que para el movimiento indígena supuso la llegada del aimara Evo Morales a la presidencia de Bolivia en 2006 fue brutal y de hecho dio un vuelco radical a la situación. Sus reformas han tenido un fuerte componente de reivindicación étnica. El Gobierno ha incorporado a representantes indígenas en algunas carteras políticas y en 2010 se promulgó la ley contra el racismo y toda forma de discriminación que ha tenido efectos muy positivos.


Hoy la cosa ha cambiado sustancialmente para las cholitas, que han dejado de ser las campesinas que emigran a la ciudad en busca de mejor vida sin conseguir integrarse en la vida urbana. Al contrario, las mujeres bolivianas exhiben sin complejo el atuendo de cholitas en las aulas de la universidad, en los consejos de administración o en los despachos ministeriales. La cholita del siglo XXI es la mujer aimara o mestiza que luce sin complejos su atuendo tradicional, es fiel a su carácter y sus costumbres y defiende con orgullo su propia identidad indígena.

Se puede decir que uno de los grandes logros del momento actual es que la figura de la cholita, que era un claro ejemplo de discriminación cultural y racial haya dejado ya o esté dejando rápidamente de serlo.

Si se ha conseguido que el atuendo tradicional de las indígenas bolivianas haya dejado de ser un estigma para pasar a convertirse en un estandarte de reivindicación racial no es poco.



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